La violencia como institución: caso Ezequiel Melián

Publicado el 5 de mayo de 2016

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La violencia como institución: caso Ezequiel Melián

Por Camila Secco.

Ezequiel Melián era un joven bandeño de 17 años, estaba pronto a cumplir 18 en mayo y anhelaba, como muchos chicos, «jugar en la primera de Sarmiento», cuenta su madre Gina en el programa radial “La Voz de la Pacha”. La familia Melián vive en el Barrio Los Lagos de la Ciudad de la Banda y está compuesta por el matrimonio y ocho hijos.

Era un lunes tres de abril del 2006 y Ezequiel se encontraba en el Club Sarmiento donde se jugaba el Torneo del Interior organizado por el Consejo Federal de la AFA.  Se enfrentaban Unión Santiago y Sarmiento. El partido previsto para el domingo 2 de abril, por cuestiones climáticas se pospuso para el lunes 3 y se llevó a cabo de noche con la excusa de estrenar las instalaciones de luz en la cancha. No obstante, se afirma que dichas luces no quitaron de las penumbras las zonas de las plateas, iluminando sólo el sector del campo de juego. La mamá de Ezequiel cuenta que el lugar se encontraba en situaciones deplorables impregnado de yuyos y escombros.

El contexto en que se enmarca esta nota podría ser denominado como “la historia sin fin”. En la provincia vivimos sujetos bajo una fuerza amenazante, de manos del estado, donde el más débil es siempre el más perjudicado. Esta fuerza se ve consolidada gracias a una pantomima mediática que contribuye a ciertas estigmatizaciones sociales marginando a un sector de la sociedad, debilitando una parte de la población donde recae diariamente con mayor arrebato esa fuerza estatal. La policía junto con el engranaje que hace años ejerce una violencia desmesurada desde los cuerpos policiales de turno. Este fenómeno se ha cobrado varias víctimas. Estamos hablando de una maquinaria que funciona desde hace décadas con el visto bueno del estado provincial ejerciendo un abuso de la autoridad.

Se jugaba el segundo tiempo del partido, Unión Santiago ganaba 1-0, cuando de pronto se anota un segundo gol, menciona Gina. A modo de festejo el arquero del «tricolor» levanta su camiseta mostrando una remera de Central Argentino, clásico rival  de Sarmiento, de un modo provocativo hacia las tribunas donde se encuentra la parcialidad del equipo local. Este hecho desata un revuelo, los hinchas toman una actitud violenta y comienzan a arrojar proyectiles en dirección al campo de juego, razón por la que el árbitro decide suspender el partido y todos deben abandonar el estadio. La policía empieza a llegar armada, lista para reprimir.

El ejercicio de esta fuerza en manos de la policía es concebida como violencia institucional. A partir de un diálogo con Celeste Schnyder, especialista en la temática, podemos afirmar que la violencia institucional comienza a tomar forma a partir de los años noventa debido al número de casos vinculados a la policía bonaerense, en un primer momento. Son comúnmente conocidos por hechos de gatillo fácil, abuso policial, detenciones arbitrarias, torturas, entre otros. Y se habla de violencia institucional para separarla de la violencia que tiene raíz en el terrorismo de estado, diferenciándose en su magnitud, más no en la responsabilidad que le cabe al estado con respecto a cualquiera de estas.

«Playa Girón» de Oswaldo Guayasamín

Por su parte Wilfrido Bernabé Gómez, uno de los representantes de la RED de Organizaciones Contra la Violencia Institucional hace mención de lo cotidiano de este ejercicio desmesurado del poder estatal en manos de la policía. Wilfrido que mediante la RED se encuentra en contacto con las victimas diarias de este tipo de ataques nos cuenta la tragedia a la que se enfrentan estos jóvenes cada día.

Schnyder comenta que «la idea de violencia institucional gira en torno a una acción ejercida por una persona (o un grupo de personas) que ocasiona daños sobre otra u otras. Un elemento característico de este tipo de relación es que quien ejerce la acción forma parte del aparato estatal, por lo tanto existe una asimetría de poder. Poder entendido como el empoderamiento que lleva implícito el hecho de ser agente del estado. Este tipo de violencia tiene como principal actor al cuerpo policial, por ser ésta quien, de un modo exclusivo, ostenta el ejercicio de la violencia legítima, no obstante podemos hacer mención de otros ámbitos en los que este tipo de violencia se da».

Hay casos de chicos que son detenidos de modo injustificado para ser asilados en las comisarías  y ser objetos de duras torturas por parte del cuerpo policial. Torturas que se ejercen por varios días y privando a la personas no solo de su libertad sino también de necesidades básicas como ser alimentados, resguardados del frío o el calor, manteniéndolos en celdas insalubres hasta que un apático capricho los lleve a soltarlos. Así estos chicos retornan a sus casas con un cuerpo magullado y lleno de heridas que por todos lados muestran las marcas de la mano del poder estatal.

El operativo del partido estaba compuesto por 25 oficiales, muy pocos, teniendo en cuenta la magnitud del evento y la cantidad de gente que asistió (se calculan unos 5.000). Lo que empeoró la situación fue el hecho de que la cancha tenía, de las dos puertas disponibles, sólo una habilitada, que da a la calle 25 de Mayo. Esto generó un mayor tumulto dificultando la salida del lugar. Los policías comenzaron a arremeter contra las personas que estaban adentro de la cancha disparando balas de goma y lanzando gas lacrimógeno.

Entre las víctimas de la represión se encontraba Ezequiel Melián  a quien se le quitó la vida a causa de un disparo de bala de plomo en el pecho. Otros, unos 20 chicos más o menos, fueron gravemente lastimados por balas de goma. La madre de Ezequiel contó que uno de ellos perdió una pierna, otro tiene balas incrustadas en la clavícula y otro de ellos tuvo que resignar parte de sus intestinos a causa de las heridas recibidas.

Tras la muerte de Ezequiel hay  un ex policía imputado, Juan Manuel Ibáñez. Si bien en un principio se contaba once, y luego este numero se redujo a cinco policías,  solo se imputa a uno. Las razones que se dan a dicha reducción se asientan sobre el hecho de que la muerte de un joven por un balazo no puede pender de más de un autor. Sacándose por completo de tela de juicio todo lo acontecido esa noche en Club Sarmiento.

Y como si el hecho de perder un hijo en manos del estado no fuera poco, en una manifestación realizada al año del suceso, la familia Melián y amigos fueron nuevamente reprimidos por el cuerpo policial. Buscando explicaciones a la liberación que se dieron a once policías hasta entonces imputados y el revés que se le dio a la causa como “Homicidio en Riña», un 3 de abril del 2007  se presentaron en el juzgado N°2 de La Banda, a cargo del juez Migueles. Ante esto la primera reacción por parte del estado fue mandar policías a reprimir a la familia. En esta ocasión fueron otros tres hijos de Gina los heridos. Uno de ellos recibió 14  balas de goma en el pecho quedando postrado en suelo y el hermano que fue a socorrerlo recibió unos balazos en la cintura a la altura del riñón. También se hirió con siete balazos en las piernas, a una de las hijas Melián.

Hoy, diez años después, y con 132 marchas realizadas como un claro signo de que la impunidad del estado no puede contra el amor de una familia y con el derecho de reclamar justicia, se iniciaron las audiencias por el juicio de Ezequiel Melián el 18 de abril del 2016. Las cuales van a un paso lento y se calcula que tomará aproximadamente unos dos meses hasta que terminen de testimoniar todos los testigos, siendo entre ellos fundamental el aporte de los peritos. Teniendo en cuenta que la imputación de Ibáñez pende del hecho de vincular su arma a la bala en el cuerpo de Ezequiel, serán los peritos quien finalmente prueben esto o no.