Por Subida de Línea.
Sofia Landsman Franzzini tiene 27 años, nació en Santiago del Estero en 1991, actualmente vive en Tucumán y estudia arquitectura. Fue miembro de las editoriales Minibús ediciones (Tucumán) y Larvas Marcianas (Santiago del Estero) hasta el 2017. Es miembro de Topos bajo la Lluvia. Posee las siguientes publicaciones: fanzine de Topos Bajo la Lluvia (Santiago del Estero); antología “Cospel de Oro “de Minibús Ediciones (Tucuman); Revista Inquilinos, temática de sexo, (Santiago del Estero); antología “Ser pasiva me cambió la vida” de Gato Gordo (Tucumán); plaqueta de poesía “Pechuga Blues” de la editorial Larvas Marcianas (Santiago del Estero); “Color Apropiado “con la editorial Gato Gordo (Tucumán); Poesía Antología “otro libro de minitahs”, Topos bajo la lluvia (Umas).
La Juli me dijo
sos tan hetero
que duele
Balcón
la otra noche
no podía dormir
me imaginé que me levantaba
salía al balcón
me pasaba al otro lado
de la baranda
me soltaba
y al fin
podía dormir.
cuarto Azul
Cuando sales de la pieza
y quedo sola
limpiando
el semen
de mi entrepierna
y peinando
los vellos
de mi vagina
la luz
que entra por la ventana
se refleja
en el acolchado azul
hace que la pieza
parezca
el fondo del mar
pero ese fondo oscuro
y frío
donde habitan
seres extraños
acostumbrados
a la soledad
y a la quietud
muevo el acolchado
y las olas proyectadas
en la pared
son la superficie
de ese cuarto mar
en donde te extraño
aunque te escuche
en la habitación de al lado
por el ruido
de las cañerías
cuando te lavas
o cuando vas a la cocina
y buscas
algo para que comamos
porque me da hambre
después de hacer el amor
porque necesito
tener algo en el estómago
porque te doy mis mariposas
mientras nos besamos
y me siento vacía
en ese mar oscuro
de tu habitación
donde habitan
todos esos peces
de la soledad
por eso acaricio
mi vagina
como quien calma
acariciando
la cabellera de una niña
una niña
que dibujó una ballena
en las paredes
de su pieza
porque le da miedo
la inmensidad del mar
y la profundidad
en donde habita la soledad
me hundo
como un pez extraño
acostumbrada a la quietud
y toco el fondo
miro para arriba
y las olas
del techo
me recuerdan
la calma de la superficie
entras al cuarto
y otra vez sale el sol
te acuestas conmigo
tienes la piel fría
nos abrazamos
somos dos peces extraños
en el fondo del mar
con miedo a la soledad
pero ya sin frío.

Ilustración: «Invisible» (2018) Iñaqui Ortega.
Casi llegando a Árraga vivía mi Tía Ema
Dormir en el campo
de mi tia Ema
era acostarme en un colchón finito
en una pieza de adobe
el olor a tierra
y a transpiración seca
impregnada en las sabanas
que no se lavan
se sacuden
cada tanto
era dormirme
viendo una novela
en blanco y negro
en una tele chiquita
con antena
dormir en las siestas
de Santiago
era despertarme
con mi tio al lado
que fingía dormir
era verle en su cara
la sonrisa
del gato con botas
era levantarme
y caminar confundida
sintiendo otro olor
en mi cuerpo
Despertar en la cama
de mi tia Ema
era ver la piel naranja
de mi tio
naranja como un queso
era levantarme
y salir al patio
y verlo a mi papá
tomando mate
hablando con mi tia
era despertarme con sed
y ganas
de irme lejos
de volver a mi casa
con mi mamá
que nunca hubiera permitido
que mi tío
duerma conmigo.